9.13.2007

Oscar Haza, en carrera a mano limpia

Por JORGE EBRO / El Nuevo Herald

En plena guerra civil dominicana y apenas en el umbral de la adolescencia, Oscar Haza descubrió su vocación de periodista.

Francisco Caamaño sostenía su pulseada con la invasión norteamericana en 1965 y todas las agencias extranjeras habían establecido cuartel general en un piso del Hotel Jaragua de la capital dominicana, cuando su padre lo llevó a ver a un hombre que por entonces ya era una leyenda.

'Mi papá me dijo: `ven que te voy a presentar a quien traducía al español los discursos del presidente [Franklin] Roosevelt' y me puso delante de Buck Canel, el famoso comentarista de la Cabalgata Deportiva Gillete''.

Con su voz rotunda y sonora, Canel, entonces corresponsal para América Latina de la Agencia France Presse, saludó al padre de Haza con un ''Felo, ese es tu chiquito'' y lo llevó a conocer la improvisada redacción de tiempos de guerra.

''Yo vi aquella sala llena de teletipos, de humo, de periodistas que entraban y salían de manera incesante y me dije, esto es lo que quiero hacer en la vida'', recuerda Haza. ``Tendría yo unos 10 años''.

Más de cuatro décadas después de aquella visión reveladora, el perioista dominicano sigue encarando su profesión como el reportero que se prepara para cubrir un conflicto bélico donde se lo juega todo.

Así es cada día en A Mano Limpia, el programa del canal América TV que luego de cuatro años en el aire se ha convertido en un fenómeno sociológico por los altos niveles de audiencia que igualan, y muchos veces superan, los de las cadenas nacionales en el mercado local.

''En las comunicaciones cada reto es como un safari'', comenta Haza. ``Uno trata de realizar un trabajo digno y honesto, pero nunca sabe lo que va a pasar. Han sido cuatro años de vivencias diarias, cada día es un reto nuevo''.

Algunos de sus amigos aseguran que es un simple problema de afecto, otros no entienden cómo un programa de corte político y en general de análisis noticioso, pueda imperar en un horario donde habitualmente se prefieren otros de entretenimiento.

Y luego, está el tema de Cuba y la relevancia añadida que se le ha concedido, desde la Habana, porque el programa suele poner voz a una realidad que no siempre encuentra eco y las más de las veces vive en el silencio de la gran prensa internacional.

'A Mano Limpia cobró mayor dimensión por el giro político que provocó el gobierno cubano con sus insultos en la Mesa Redonda y Fidel Castro hablando despectivamente de `ese programita' '', explica Haza. ``Yo atribuyo esas declaraciones a su decadencia. En otros momentos de apogeo, Castro ni nos hubiera mencionado, pero comentó de nosotros en la Mesa Redonda de tal programa que sale por tal canal, y es que el programa se ve en Cuba''.

Ver a Oscar Haza en la isla es un acto de audacia que se puede pagar con la cárcel y no han sido pocas las veces que al periodista le llegan noticias de personas que han conocido la prisión por tratar de escucharle.

''Me deprime que alguien vaya preso por verme'', afirma. ``En ocasiones, cuando he recibido esa noticia me he encerrado en mi casa a llorar, me da rabia, impotencia, que por culpa de ejercer la libertad haya tenido que ir alguien a prisión y uno de mis sueños es transmitir en Cuba y abrazar a esa gente''.

Para Haza siempe ha quedado claro que el tema cubano es de primer orden en Miami y de seguridad nacional en Estados Unidos, y está consciente de los riesgos de abordar un proceso tan complejo como ese y una figura tan controvertida como Castro.

''Es que yo no hablo de Cuba en Pakistán sino aquí'', afirma el dominicano, nieto de un matancero que llegó a Quisqueya en las primeras décadas del siglo pasado. ``La imparcialidad no existe. Es uno el que balancea la noticia. El caso de Castro es único, que polarizó una nación, y aquí están las víctimas. Son ellos los que esconden la información, entonces nuestra tarea es buscarla como sea y donde sea''.

Durante estos cuatro años por A Mano Limpia han pasado presidentes y aspirantes a presidentes, gobernadores, embajadores, senadores y congresistas, empresarios, artistas, ex agentes de la seguridad cubana, antiguos generales de las Fuerzas Armadas, en fin, toda una galería humana.

Y noche a noche, Oscar Haza ha servido de puente entre lo que estos tienen que decir y un público que prefiere el posible hallazgo de una noticia de peso a la veleidad olvidable de la telenovela.

''Siento gran satisfacción por lo que hemos logrado aquí con la ayuda de un excelente equipo de producción y a veces me da miedo esa responsabilidad por el mensaje que estamos llevando'', precisa Haza. ``Al final, yo sólo aspiro a morir siendo periodista''.

Fuente: El Nuevo Herald, 13 de septiembre de 2007

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